Hube avances y recuos en el tratamiento de este asunto en el seno del orgão legislador nacional. Pero debemos reconocer que se trata de un tema muy sensible por haber a ver con cuestiones culturales que exigen todo un trabajo de información y de preparación junto de las poblaciones que la practican por tradición.
El dispositivo legal tan esperado está disponible, pero eso no quiere decir que la mutilação genital femenina desaparezca inmediatamente de las prácticas tradicionales. En primer lugar, por tener un enraizamento cultural (y no religioso !) y en esta base sólo la formación (con la adquisición de conocimientos científicos) del Hombre podrá fazê-le comprender los riesgos que tal práctica hace correr al niño y a la mujer. Por otro lado, por tratarse de una actividad económica para quién a practique y, siendo gracias a dejar de a realizar, deberá buscar una otra forma de ganar la vida. En estas circunstancias este paso enfrente, indudablemente indispensable para el combate de esta forma de "mutilacion", debe ser acompañado de una ancha campaña de formación/información y por un conjunto de medidas tendentes a crear una alternativa profesional. Eso todo equivale a decir que lo abandono de la práctica de la mutilação genital femenina debe insertarse en un proceso real de desarrollo cultural, social y económico de la población en general.
Según Fatumata Djau Baldé, presidente del Comité Nacional para lo Abandono de las Prácticas Tradicionales Nefastas a la Salud de la Mujer y del Niño, “la aprobación de esta ley no resuelve todo me las es un importante soporte jurídico y de prevención”. Hace 16 años que Fatumata lucha contra esta práctica, a pesar de ser de etnia Fula uno de los blancos de la mutilação y ser musulmana practicante. Afirma que “existe una confusión entre la tradición y la religión islámica, el común de la gente que aún sostiene esta continuidad dice ser una recomendación del Islam, ya se probó que no", destaca que es fundamental continuar la sensibilizar y a educar la población para que haya un cambio de comportamiento, porque “muchas mujeres continúan esta práctica por desconocer las consecuencias de la misma.
La práctica alcanza en especial mujeres y niños de etnias más islamizadas, como los Fula, Mandinga, Beafadas, Saracolés, Cassangas, Mansoncas, entre otras.
Mitad de las mujeres sufren mutilações
De acuerdo con un estudio realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cerca de 50% de las mujeres con edad entre los 15 y los 49 años declararon que fueron sometidas a una de las prácticas de mutilação genital femenina o excisadas (MGF)
Entre las hijas con edades entre los 0 y los 14 años, 39% fueron sometidas a esta práctica y según declaraciones de sus madres, 33% de las mujeres entre los 15 y los 49 años son a favor de la continuidad de la mutilação genital femenina y excisão.
Esta práctica es entendida por muchos como una tradición que permite la integración de estas mujeres en su sociedad, pero las consecuencias y riesgos son graves y dependen del grado de MGF).
Existen, por lo menos, tres grados de MGF, desde el menos grave (sunna, o mera excisão del prepúcio o capucho del clítoris), al intermédio (clitoridectomia, o extracción del clítoris y de los pequeños labios total o parcialmente) hasta al más grave (infibulação, o extracción del clítoris, los pequeños labios, la parte mediana de los grandes labios y saturação de los dos lados de la vulva cerrando parcialmente el orifício vaginal con la sangre fresca, permitiendo sólo el pasaje de la orina y de la sangre menstrual).